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La crucifixion de Jesus
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La descripción médica de la CRUCIFIXION DE JESUS

El Dr. C Truman Davis reflexiona acerca de los aspectos físicos de la pasión y sufrimiento de nuestro Señor Jesucristo. Cuantas veces hemos tomado la muerte de Jesús sin una reflexión profunda, de tal modo, que lo planteado en estas líneas, sin duda nos permitirá valorar de mejor manera el sacrificio de Cristo en la Cruz por cada uno de nosotros.

Uno puede partir del momento en que Jesús es azotado por un látigo que consistía de varias correas de cuero pesado con dos pequeñas bolas de plomo, cerca del extremo de cada una de ellas. Las correas dice el Dr. C.T. Davis, cortaron primero la piel y posteriormente fueron penetrando en su cuerpo a medida que los latigazos aumentaban.
Finalmente, cansados de su deporte sádico le arrancaron el manto de su espalda. El manto ya se había adherido a los coágulos de sangre y al suero en las heridas, de modo que al halarlo, igual cuando se quita descuidadamente un vendaje quirúrgico, le causó un agudísimo dolor. Las heridas comenzaron a sangrar de nuevo.

EL GÓLGOTA
Jesús tropezaba y caía cargando el madero de la cruz, producto de las torturas a que había sido sometido. Recordemos que a esas alturas él ya había perdido mucha sangre y el peso del madero sobre sus hombros heridos aumentaba aún más su agonía.
El vino mezclado con hiel dice el doctor C.T. Davis, era un leve analgésico para aliviar el dolor. Recordemos que Jesús rehusó tomarlo.

Jesús fué tirado rápidamente de espalda con sus hombros contra el madero. El encargado de clavar buscó al tacto la depresión frente a la muñeca.
Los clavos no penetraron sus manos, porque de lo contrario con el peso de su cuerpo esta se habría desgarrado, de tal modo, que los clavos entraron por sus muñecas.
Un clavo rústico y pesado de forma cuadrada traspasó sus muñecas y penetró bien adentro del madero.
El pie izquierdo fué apretadohacia atrás contra el derecho. Con los dos pies extendidos y los deods hacia abajo, metieron un clavo atravesando los arcos de ambos, dicel el Dr. C.T. Davis, dejando que las rodillas quedaran un tanto flexionadas. De esta forma Jesús sufría por nuestros pecados.

LA CRUZ
Al irse desplomando Jesús con el peso, los clavos incrustados en sus muñecas provocaban un gran dolor agudo que corría por los dedos y los brazos explotando en el cerebro. El Dr. Davis, plantea que los clavos en las muñecas estaban presinando los nervios medianos que pasan por las muñecas y las manos. Cuando se empujaba hacia arriba para escapar de este tormento, tenía que poner todo su peso en los clavos que atravesaban sus pies. Denuevo sentía la agonía por el dolor que le ocasionaba el clavo que raía los nervios entre los huesos del metatarso. Según el doctor C. Truman Davis otro fenómeno ocurrió en este punto. La fatiga entrón en los brazos y grandes olas de de calambres corrieron por los músculos, anudándolos en medio de un dolor profundo pulsante e implacable. Los calambres le impedían empujarse hacia arriaba. Colgado de los brazos, los músculos pectorales se paralizaron y los músculos intercostales no podían funcionar. El aire podía entrar a los pulmones pero no lo podía exhalar? Jesús tuvo que hacer un esfuerzo por incorporarse y respirar un poco de aire. Pero finalmente el bióxido de carbono aumentó en sus pulmones y los calambres se calmaban parcialmente.

LAS ULTIMAS PALABRAS
En ese esfuerzo de Jesús de empujarse hacia arriba para expulsar el aire de sus pulmones y hacer entrar el oxígeno de la vida, sin duda fue durante esos instantes en que pudo enunciar las siete frases cortas que tenemos registradas.
Mirando a los soldados romanos sorteándose sus vestiduras :
<< Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen >>. Al ladrón que estaba a su lado: << Hoy estarás conmigo en el paraíso >>. Luego mirando a su madre María: << Mujer ahí está tu hijo >> y volviendo al adolescente Juan, el apóstol amado le dijo: << Ahí está tu madre >>. La Cuarta exclamación es el comienzo del Salmo 22: << Dios mío, Dios mío, ¿Porque me has desamparado? >>.
Sufrió por horas el dolor sin límite, ciclos de retorcimiento, calambres que desgarraban sus coyunturas, asfixia parcial e intermitente y dolor ardiente cuando sus tejidos eran arrancados de su espalda lacerada al moverse de arriba a abajo contra la áspera madera de la cruz. Entonces vino otra agonía: un dolor profundo y aplastante en el pecho cuando el pericardio, dice el Dr. Davis, el saco que rodea el corazón, se comenzó a llenar lentamente de suero y presionaba el corazón.
El fin se acercaba rápidamente. La pérdida de los fluídos de los tejidos había llegado a un nivel crítico; el corazón comprimido estaba luchando para bombear sangre espesa, pesada y lenta a los tejidos y a los atormentados pulmones, plantea el doctor Davis, que estaban haciendo un esfuerzo frenético para inhalar pequeñas bocanadas de aire. Fué en estas condiciones en que Jesús jadeó su quinta exclamación:
<< Tengo Sed >>.
Un vino barato y amargo que era consumido por los romanos, fué llevado a los labios de Jesús. Su cuerpo ya sentía el frío de la muerte que le corría por sus tejidos. Fué entonces cuando exclamó por sexta vez, ya en forma de un susurro de un torturado: << Consumado es >>. Su misión expiatoria habia sido terminada. Por fin podía permitirle a su cuerpo morir. Con un último arranque de fuerza presionó una vez más sus desgarrados pies contra el clavo, enderezó sus piernas, respiró profundamente y pronunció su séptima exclamaxción : << Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu >>.

LA MUERTE
Para que el sábado no fuese profanado, los judíos pidieron que los hombres ajusticiados fueran despachados y bajados de sus cruces. El método más corriente para terminar una crucifixión era quebrándole los huesos de las piernas. Eso impedía que la víctima se empujara hacia arriba; la tensión de los músculos del pecho no podía aflojarse y ocurría una asfíxia rápida. Las piernas de los dos ladrones fueron quebradas, pero cuando los soldados se acercaron a Jesús, vieron que no era necesario hacerlo.
Para asegurarse doblemente de la muerte de Jesús, el romano le traspasó el costado con una lanza, rompiendo el pericardio y llegando al corazón, y tal como dice el libro de San Juan 19:34
<< y al momento salió sangre y agua >>. Hubo un escape de la sangre del corazón, dice el doctor Davis, y un fluído acuoso del saco que lo rodea. Esta es una evidencia post morten más conclusiva que Jesús murió, no de la muerte usual en la crucifixión por asfixia, sino por un paro del corazón causado ocasionado por fluído en el pericardio, plantea el doctor C.T. Davis.


LA RESURRECCION
No es la intención deprimir al lector con este relato médico de la muerte de Jesús, sino muy por el contrario, valorar realmente el sacrificio que Jesús hizo por ti, por mí y por todos. Y no olvidemos, que en su lugar, debíamos estar tú y yo. La muerte de Jesús no fué el fin de la historia, sabemos que él resucitó de entre los muertos y esperamos su segunda venida.

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Nuevo Saulo de Tarso 2008

¡Tu palabra es lampara a mis pies!